En una temporada de alta costura tranquila en París, la ciudad necesitaba un gran debut con factor sorpresa, pero el primer desfile de Glenn Martens para Maison Margiela Artisanal no estuvo del todo a la altura.
Hubo, sin duda, algunos momentos de auténtica magia, sobre todo una propuesta aviaria muy distintiva, desde sublimes looks con plumas hasta algunos atrevidos y brillantes abrigos sastre confeccionados en un estilo renacentista con estampados de aves de caza.
Los últimos vestidos de noche en crepé y seda acabados en pequeñas nubes de encaje mostraron a un drapeador muy hábil en su trabajo. A ellos se sumó una serie de tejidos interiores mezclados, que es fácil imaginar que al fundador Martin Margiela le habrían encantado.
Sin embargo, la decisión de cubrir la cabeza de cada modelo con una máscara, un gorro tipo casquete o incluso una olla de cobre acabó por resultar repetitiva. También supuso que muchas de los modelos se vieran obligadas a caminar pesadamente por el espacio. Después del desfile, muchos de los vídeos grabados con iPhone por los periodistas parecían en cámara lenta, aunque se hubieran filmado en tiempo real.
Escenificado en el 104, un espacio artístico y teatral del norte de París donde Martin Margiela organiza sus desfiles, el decorado era un palacio de falso mármol que había pasado por tiempos mejores.
Los looks de apertura de Martens tenían mucha presencia: una serie de vestidos confeccionados en plástico estrujado, sin ropa interior visible. Las máscaras que los acompañaban también eran de plástico estrujado.
Siguió un espléndido vestido cónico en un tono de hormigón degradado, con forro y casquete de pedrería plateada. Nacida como la marca conceptual por excelencia, parecía lógica una serie sobre trajes oscuros o los característicos vaqueros pintados de la casa cubiertos de plástico embarrado.
Después, Glenn hizo toda una declaración con dos gigantescos vestidos metálicos de oro amarillo y plata ennegrecida, leotardos y máscaras soberbiamente teatrales.
Sin embargo, aunque las prendas debieron de ser complicadas de confeccionar, resultaba evidente que eran aún más complicadas de llevar. Muchas modelos apenas podían mover las piernas. Y el elenco dudaba incluso en girarse mientras desfilaban por las distintas salas y pasillos del decorado.
Las notas de una guitarra española anunciaron el comienzo de este espectáculo, cuyo crescendo fue "Disarm" de The Smashing Pumpkins. Pero el desfile no desarmó ni encantó.
Martens tenía un reto difícil, ya que el último desfile de alta costura de su predecesor fue el más aclamado de la década. Martens siempre ha sido un diseñador de gran talento, y sigue pareciendo una buena opción para Margiela.
Sin embargo, en conjunto, este desfile pareció una pálida sombra de aquella épica exhibición final de Galliano.
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